¡Por fin en Parapanda!

Ya se han templado los nervios. Esos que nacen de ir en busca de lo desconocido, de abandonar lo seguro: mis padres, mi hogar, mi entorno...A algunos le costaron lágrimas a la salida pero, a la mayoría, el deseo de llegar y comprobar por sus propios ojos y su propia piel aquello que sus hermanos le habían contado se traducía en una inmensa ilusión por llegar y en la impaciencia de un trayecto que se hacía interminable. De ahí la incesante pregunta: - Seño, ¿cuándo llegamos?

Y ante nuestra mirada apareció la granja, un enclave sumergido en plena naturaleza. Nos estaban esperando y, después de las presentaciones, a organizar los grupos, un desayuno para reponer fuerzas, reconocimiento del entorno y las faenas de la granja: fabricación de aceite y mosto, cuidados de animales y la charca. Por la tarde, después de una rica merienda, realizamos juegos y en el taller de transformación de alimentos elaboraron rosquillos para el desayuno. En la noche recibimos la visita de un personaje mágico...